Rabanal del Camino

Cuenta una leyenda que Carlomagno y su leal caballero bretón Anseïs subieron al monte de Rabanal del Camino tras el desposorio del caballero con la princesa mora Gaudise, para contemplar desde esa atalaya sus dominios: Astorga, Mansilla y Sahagún.

Épica aparte, la relación de Rabanal con el Camino de Santiago está más que intrincada en su historia. No en vano, el célebre códice Calixtinus de Aymeric Picaud, finalizaba en este punto la novena etapa que partía de León.

Sin duda, la localidad fue un núcleo jacobeo importante durante la Edad Media, manifestado en la existencia de varias iglesias y varios hospitales, entre los que se encuentra el de San Gregorio.

De hecho, este enclave sirvió de avanzadilla a los Templarios de Ponferrada para proteger a los peregrinos hasta su llegada al Bierzo.

También es leyenda el episodio que nos habla del alojamiento de Felipe II en la  Casa de las Cuatro Esquinas de la calle Real, en su peregrinación a Santiago.

Hasta hace pocos años, Rabanal era parada obligada para los peregrinos que querían afrontar las cumbres del Monte Irago, Foncebadón, que posibilitó la recuperación del pueblo, algo que se ha perdido desde que en Foncebadón han surgido albergues.

De su patrimonio destaca, a la entrada del pueblo, la ermita de la Vera Cruz del siglo XVIII, construida en sillarejo y techada con teja árabe en el siglo XVII o XVIII.

En la calle Real se encuentra la capilla de San José, del siglo XVIII cuyo interior alberga una imagen del Apóstol Santiago.

Resalta sobremanera la iglesia parroquial de la Asunción situada en la parte alta del pueblo. Fue construida en el siglo XII y está considerada como un ejemplo único del denominado románico leonés. De origen templario, se levanta sobre una planta rectangular con una sola nave y un ábside semicircular. Tiene una pequeña puerta, que hoy da acceso a la sacristía, la cual se cree que antes comunicaba con el convento de los caballeros. La puerta tiene un detalle muy infrecuente ya que es de arco de medio punto, adornado con un baquetón, que apoya su lado izquierdo directamente sobre el muro, sin columna, de ahí su singularidad. El exterior de la iglesia es muy sencillo, sin apenas decoración y con un tejado a dos aguas.

De su arquitectura popular, cabe mencionar las típicas casonas maragatas de piedra maciza y color rojizo, siendo este enclave núcleo de pudientes arrieros durante los siglos XVII y XVIII.

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