La ruta propone un recorrido por La Cepeda, una de las comarcas menos conocidas de León. Avenada por el río Tuerto y su afluente el Porcos, sus montes alomados y sus considerables extensiones agrarias conforman un paisaje suave, apenas roto por la profundidad de algunas gargantas. Encrucijada de caminos, a su carácter de tránsito debe La Cepeda su propia identidad, en la que se conjugan con asombrosa personalidad influencias del Bierzo, la Montaña y la Ribera.
Cuenta la tradición que a los cepos, las retorcidas raíces de los brezos, debe su nombre esta comarca. Gran parte de sus montes están poblados de ellos y de otros matorrales, como escobas y genistas que, en primavera, cuando cada especie exhibe sus flores de mil colores, generan sugerentes paisajes que a nadie dejan indiferente.
La ruta se inicia en (1) Astorga, donde se puede visitar el amplio legado romano que alberga la ciudad siguiendo la “ruta romana”; también de interés son la Catedral, el Palacio Episcopal, la plaza Mayor, el Ayuntamiento y sus museos.
El primer destino es (2) Otero de Escarpizo donde se conserva el palacio de los Pernía, sede de un antiguo señorío. Es una bonita casa solariega que, en uno de sus extremos muestra una torre de planta cuadrada y, en la fachada, varios escudos. En sus proximidades conserva también la capilla, ahora aneja a la iglesia, con detalles artísticas de estilo renacentista.
Desde Otero, la ruta propone visitar primero el municipio de Magaz de Cepeda, con pueblos de clara vocación agraria y una arquitectura de canto rodado, adobe y tapial. (3) Vega de Magaz conserva algunas casas de factura modernista, construidas cuando la llegada del tren favoreció su desarrollo económico y de la estación de Vega partían diversos productos, entre ellos las afamadas patatas cepedanas.
Los cultivos de la zona son en su mayoría de secano, conmucho cereal, en especial centeno. Para mitigar la escasez de agua, los vecinos de (4) Benamarías, construyeron una balsa de riego todavía en uso, La Raldona, cuya presa está preparada a base tierra prensada. Acercarse a conocerla en un paseo merece la pena, pues el rincón donde se ubica es tranquilo y agradable y el agua atrae a una variada fauna.
Después la ruta se dirige al vecino municipio de Villamejil, distribuido a lo largo de la carretera LE-451. No debe dejar de visitarse (5) Fontoria de Cepeda, cuyo nombre alude a las numerosas fuentes que en su entorno manan. En un otero se ubica la iglesia del Bendito Cristo, una interesante construcción rural en la que destaca un valioso artesonado ampliamente decorado. El siguiente hito del recorrido es (6) Sueros de Cepeda con sus casas sencillas y su iglesia que conforman un conjunto pleno de pequeños detalles. Volcados con sus tradiciones, por San Isidro, los vecinos salen en procesión para bendecir los campos. Junto al río Tuerto, una agradable área recreativa, el Pisón, permite contemplar la ribera, donde en primavera el río se cubre de ocas, los característicos ranúnculos acuáticos de flores blancas. En una planicie por encima del pueblo entre campos de centeno y manchas de robledal adehesado, aparece la laguna Gallega, cuya lámina de agua contribuye a mitigar los rigores del verano en estas
tierras. Desde ella hay una magnífica vista de todo el páramo, con las primeras estribaciones de la montaña cantábrica al norte y las sierras del Teleno a poniente. Es otro punto de referencia para la observación de fauna, tanto de aves, como de anfibios.
En (7) La Veguellina se conserva la mayor mina de oro de La Cepeda, donde los romanos emplearon el sistema de explotación conocido como “corona”. Después, se propone subir hasta Quintana del Castillo, para continuar a (8) San Feliz de las Lavanderas, donde se han restaurado un viejo molino con su cubierta de centeno. Pero lo que realmente justifica acercarse hasta aquí es el magnífico mirador natural que constituye el pueblo, catalogado como “mirador de La Cepeda”. Desde él se diferencian los distintos ambientes que integran el territorio, con sus vegas agrarias en las zonas más meridionales; sus manchas dispares de roble melojo; la gran extensión de brezales y otros matorrales que pueblan ahora gran parte de las laderas; y las enormes extensiones de pinares de repoblación que hoy caracterizan el paisaje cepedano. Y entre ellos, la masa de agua del embalse de Villameca.
De regreso a (9) Quintana del Castillo, merece la pena subir hasta el Cueto San Bartolo, otro impresionante mirador natural. La subida es muy pronunciada, pero la panorámica la compensa, con creces.
La ruta prosigue hasta el (10) embalse de Villameca , que concentra buena parte de la oferta turística local. Rodeado de pinares, ha permitido poner en regadío una considerable extensión que antaño producía exiguas cosechas. Cada año junto al embalse, los vecinos de La Cepeda celebran a su patrón Santiago en una multitudinaria fiesta que se prolonga todo el día. Los pendones de los pueblos de la comarca tiñen entonces de colores la monotonía del verde en el pinar.
En (11) Brañuelas y Villagatón ya se deja sentir el peso de la minería del carbón. Brañuelas es un pueblo grande, con todo tipo de servicios y estación de tren lo que, a principios del siglo pasado, facilitó las comunicaciones. Cruzando la autopista A6, se recomienda visitar (12) Montealegre, donde finaliza el recorrido, que guarda entre sus paisajes alomados, algunos de los tesoros de esta comarca. El pueblo en sí, merece una visita, con sus casas de piedra y sus paisajes bercianos. Los vecinos se han esmerado para presentar al visitante su reciente pasado minero y recuperar algunos de los miliarios que marcaban las distancias en las antiguas calzadas romanas.
Desde Montealegre se accede a pie a uno de los rincones más sorprendentes de La Cepeda, los Cañones del Górgora, un estrecho desfiladero labrado por el agua entre grandes masas de conglomerados.
También se puede acceder a las ruinas del monasterio de San Juan de Montealegre, un cenobio medieval del que apenas permanecen los restos del ábside de su iglesia.