El Camino, desde El Burgo hasta Reliegos, es de 12,8 kilómetros y se presenta algo arduo y monótono para los peregrinos, ya que es uno de los más largos, sin poblaciones, de todo el Camino.
El Camino se nos presenta con una zona caracterizada por poseer escasas ondulaciones y por carecer de zona forestal.
La senda, en muy buen estado y arbolada, estará jalonado de áreas de descanso que darán un respiro a los caminantes, la primera a escasos dos kilómetros y medio y a la vera del arroyo del Valle de la Granja, la segunda dos kilómetros más adelante, en una ligera vaguada y junto a otro arroyo, con árboles y bancos, la tercera tras 2 kilómetros más de marcha, y poco antes de alcanzar Reliegos.
La monótona línea recta en el camino, puede darnos un respiro con el paisaje que se ve hacia el norte, en el que se alzan las estribaciones de la Cordillera Cantábrica, y también, tras salvar las vías del tren, al haber una vaguada, la del arroyo del Valdearcos, con un paisaje más variado de bosque de ribera.
Salvado el arroyo, pronto llegaremos a la villa de Reliegos, a la que se accede por su Calle mayor. Atravesaremos el pueblo, para proseguir el camino, junto a los falsos plátanos y atravesando llanuras de cereal. El refrán «de las leguas bien medidas, de Reliegos a Mansilla», nos indica la distancia que queda por recorrer hasta la villa del Esla; poco más de 5 kilómetro y medio.
A 4 kilómetros se encuentra la única área de descanso del trayecto, para dejar poco después, ya en los arrabales de Mansilla, la senda arbolada que nos ha acompañado al peregrino los últimos 30 kilómetros.
A la villa se accederá, tras salvar un viaducto sobre la N-601 y sortear un canal de riego, por una de las puertas medievales que se abren en su recinto amurallado, la del castillo, del siglo XII, o Puerta de Santiago.