El castillo está situado en la localidad que le da el nombre, topónimo de origen árabe que significa “los cerros”, “los cuetos”.
Su ubicación, en la parte más baja de la villa, al no ser la más idónea para la defensa, dependía en exclusiva de sus fuertes y robustos muros defensivos, parte de los cuales se pueden ver aún en la actualidad.
El castillo, construido de canto rodado con argamasa entre los siglos XV y XVI, poseía un recinto cuadrado con tres cubos cilíndricos en dos de sus lados con tres pisos de los que queda alguna de sus vigas, sus mechinales y escondidas saeteras.
En la parte central de su torre, actualmente, se aprecian los vanos de sus plantas.
El sistema defensivo del palacio se completaba con un amplio foso que aún hoy día se puede ver en parte y que rodeaba la fortaleza por los cuatro costados.
Adosado al Castillo, se encontraba, en tiempos, el palacio, del que actualmente solo se conserva su recuerdo.
El señorío de la fortaleza, en la época de su máximo esplendor, lo ostentaba Doña María Cabeza de Vaca, casada con Don Álvaro Henríquez de Acuña, Conde de Valencia de Don Juan.
Este castillo perteneció, con posterioridad, al Marqués de Villasinda, rama descendiente de los poderosos Quiñones, que tenía su gran palacio en la calle Ancha de la ciudad de León.