La existencia de estas típicas construcciones de la Cantábrica Leonesa, cuya función es el almacenar excedentes agrícolas y protegerlos de la humedad y los roedores, se remonta, según algunas teorías, a la Edad del Hierro, y llegarían a estas tierras por pueblos provenientes de centro Europa.
Ya en época romana, autores como Plinio o Varrón hacen referencia a estas edificaciones utilizadas por los pueblos Astures y Cántabros como graneros. Y, desde ese momento, las referencias escritas sobre los hórreos son constantes hasta nuestros días.
En León existen 3 tipologías de estos peculiares graneros.
El tipo gallego se caracteriza por poseer planta cuadrada o rectangular y tejados, a dos aguas, de teja o pizarra. Poseen aberturas laterales en sus paredes, que pueden variar y ser de piedra o madera.
El tipo asturiano es, mayoritariamente, de madera con planta rectangular y tejado a cuatro aguas, sustentándose, toda la estructura, sobre cuatro pies. La cobertura del tejado puede ser de madera, pizarra o paja.
El tipo leonés, debido a las influencias de los territorios circundantes, presenta diversas tipologías, siendo las más común la de estructura cuadrada, más pequeña que los de tipo asturiano, con cuatro pies de madera o piedra. Los cerramientos del tejado varían según la materia rima con la que se cuente en caza zona.