Elegante, señorial e imponente. El Castillo de Corullón resiste sobre un altozano con privilegiadas vistas al paraíso berciano, cumpliendo con su función residencial, tal y como fue concebido en el siglo XIV por la familia Rodríguez de Valcarce, al parecer, sobre un castro romano.
La propiedad pasó de mano en mano, entre familias de importante linaje. De los Rodríguez de Valcarce a los Condes de Lemos y, de éstos, al marquesado de Villafranca.
Alonso Halffter Caro, hijo de los marqueses de Villafranca, Cristóbal Halffter y María Manuela Caro, compositor y pianista respectivamente, es el actual propietario de esta fortificación de cuyo original apenas se conserva el torreón almenado, de gran altura, y parte del recinto que cercaba este castillo.
Resisten los escudos de armas de la Casa de los Osorio y la estirpe de los Valcarce.
La citada torre del homenaje es de planta cuadrada y se levanta tres alturas.
Fue a finales del siglo XV cuando este monumento pasa a engrosar el patrimonio de los Álvarez de Toledo, a Don Pedro Álvarez de Toledo concretamente, marqués de Villafranca y virrey de Nápoles, que estaba casado con Doña Elvira de Mendoza. Su actual propietario, descendiente de los marqueses, acometió una restauración a finales del pasado siglo XX que hizo aflorar su belleza y majestuosidad innata.
Al tratarse de una residencia particular no puede visitarse el interior, pero el lugar en el que se encuentra y la cara que ofrece el exterior bien merece una visita.